¡Perdón! ¡Perdón! Debéis perdonarme, me lo tomo todo demasiado en serio.
Esta tarde he caído en la cuenta y es verdad. ¿Dónde quedó el humor?
No puede ser. Así que... me quejaré pero con un poco de guasa, que debe ser el resultado de la desesperación, pues debo estar rozando la locura.
El otro día fui a escuchar a D. Jose Luis Burgos, aprovechando su "peregrinaje" para unir fuerzas en el tema de los abusos hipotecarios. Y ahora pienso que él también acabará en el psiquiátrico, pero mira, invita a luchar "a la española", con un toque irreverente, chulesco, con gracia. Y hoy lo intentaré:
Esta tarde fui a un video fórum, esta vez sobre la firma de "nuevos" tratados de libre comercio con Colombia y Perú... en fin, de nuevo la misma historia y ¡ESTOY HASTA LAS MISMÍSIMAS..., ¡HASTA LAS MISMÍSIMAS...., ¿hasta las mismísimas.... qué? ¡si por no tener no tengo ni una frase a la que echar mano siendo mujer!
Realmente vivimos en el mundo al revés o "un mundo que está patas arriba" como le oí a Galeano en un documental. ¿Pero entonces...? Si está "patas arriba"... ¡la culpa es mía! ¡no uso las formas adecuadas para lograr nada!, más bien seguro que estoy haciendo justamente lo contrario a lo que debiera para conseguir mis propósitos. ¡Jo! ¡Qué fallo!
En este sentido, empecé a pensar en formas de protestar, en formas de llamar la atención, para ver si de una vez por todas hay alguna señal que me invite a pensar que no vivo en un universo paralelo.
El caso, que por mi cabeza han pasado diversas opciones. Intentando recordar algunas propuestas me pregunté sobre el modo que habrá usado el Sr. Hessel en ¡Indignaos!, para intentar lograr despertar esa rabia de la que dice que surge la acción. Tengo curiosidad, pero he de confesar que, a pesar de ello, no me atrevo a leer sus páginas porque yo de momento ya estoy bastante indignada, no vaya a ser que me caliente más.
Pero siendo más creativa, podría pensar en pasearme con algún mensaje a modo de pancarta humana. Si os ponéis en situación, creo que también vosotr@s tendréis esa sensación de inutilidad-surrealista, y visualizando la imagen, lo que menos importaría sería el mensaje, pues habría una relación directa entre la fuerza del mensaje y el impacto en la gente. Impacto sin duda traducido en sonrisas, risas o carcajadas. Por ejemplo:
- Una pancarta en la que pusiera "No tengo trabajo pero... ¿y todo el tiempo que tengo?" se vería correspondida probablemente por unas sonrisas tardías.
- Si saliera con "Me da igual el futuro: a mí cuéntame cómo fue el partido" igual ya sí que despertaba alguna risa tímida.
- Y con toda seguridad conseguiría muchas carcajadas en mi cara si me atreviera a pasear desnuda con un "Así nos vamos a quedar".
Sin desechar la idea de la pancarta, me acerco a mi casa pensando en calmar mi ira con un poco de chocolate, o tal vez con algún refresco... pero entonces recuerdo las campañas que nos hacen saber las condiciones en las que se producen o elaboran. ¡Cachís! Por hoy me resistiré a consumirlos. Pienso que no me vendría mal mantener esta actitud, así, gracias a sus malas prácticas y a sus abusos, no cambiaría nada pero... me quedaría con un "tipín"....
Ya frente al televisor me imagino tirándole un zapatazo o algo más contundente. ¡Seguro que tras varios intentos conseguiría acertar! ¡Claro! ¿Cómo no se me ocurrió antes? Debería ir puerta por puerta, animando a cada vecino a hacer lo mismo. Así nos habríamos cargado de un plumazo todo un problema. ¿O no? Bueno, no creo que ninguno me hiciera caso, pero si por un casual sí siguieran mi ejemplo conseguiríamos:
- Más basura tecnológica, de la que mandamos a algún país africano,
- más gente con tiempo para llevar una de las 2 primeras pancartas, y
- contribuiríamos al crecimiento de la economía española y al de nuestros números rojos, pues seguro que no tardábamos en comprar otra televisión. Ahora, eso sí, ¡más resistente!
Yo no le veo mucha gracia, pero debe ser un problema de actitud. Intentarlo lo intenté.
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