viernes, 6 de septiembre de 2013

El Partido Popular, un mal alumno



Hace días que acabé de leer “Camino de servidumbre”, de Friedrich A. Hayek, tenía interés en su lectura desde que empecé a oír algo sobre los Chicago Boys. Quería leer algo de sus maestros, predicadores del liberalismo, y elegí el citado libro. Me ha resultado muy interesante, pero aquí quiero reproducir un par de textos que si yo fuera una fiel seguidora de esta doctrina recaerían sobre mi conciencia como fallos bestiales a la hora de poner en práctica la teoría que se supone que sigo, quiero decir, cualquier partidario de las políticas del PP y sobre todo sus dirigentes, verán como estos textos vaticinan su fracaso e inminente caída y entenderán que ni siquiera atendieron a las lecciones de sus maestros, habiendo cruzado todas las líneas rojas.

El primer fragmento lo encontramos dentro del capítulo en el que trata sobre Los totalitarios en nuestro seno, donde Hayek analiza los movimientos con tendencias totalitarias en Inglaterra y señala:

  “ [...] Este movimiento, por lo demás, está deliberadamente planeado, sobre todo por los organizadores capitalistas de monopolios, que son, por ello, una de las principales fuentes de este peligro. Su responsabilidad no se reduce por el hecho de no ser su objetivo un sistema totalitario, sino más bien una especie de sociedad corporativa, donde las industrias organizadas aparecerían como “estamentos” semi-independientes y autónomos. Pero son tan cortos de vista como lo fueron sus colegas alemanes al suponer que se les permitiría, no sólo crear este sistema, sino también dirigirlo durante algún tiempo. Las decisiones que los directores de una industria así organizada tendrían que tomar constantemente son de las que ninguna colectividad dejaría mucho tiempo en manos de particulares. Un Estado que consienta el desarrollo de tan enormes agregaciones de poder no puede soportar que este poder quede enteramente bajo el dominio privado. No es menos ilusorio creer que en estas condiciones se consienta a los empresarios gozar largo tiempo de la posición de favor que en una sociedad en régimen de competencia está justificada por el hecho de ser sólo unos cuantos los que alcanzan el éxito, en cuya persecución son muchos los que corren los riesgos. No es para sorprender que los empresarios quisieran disfrutar los altos ingresos que en una sociedad en régimen de competencia ganan los que, de entre ellos, tienen éxito, y a la vez gozar la seguridad del funcionario público”.

¿Os suena de algo eso de “sociedad corporativa”?

El segundo fragmento pertenece al capítulo sobre Condiciones materiales y fines ideales, en él este maestro del liberalismo advierte:

"Asegúrese por cualquier medio un mínimo uniforme a todos; pero a la vez admitamos que con esta seguridad de un mínimo básico tienen que cesar todas las pretensiones de una seguridad privilegiada para particulares grupos y desaparecer todas las excusas que permitan a cualquier grupo excluir de la participación en su relativa prosperidad a los recién llegados, a fin de mantener para sí mismo un nivel especial.
[...] Lo único que la democracia moderna no soportará sin deshacerse es una reducción sustancial de los niveles de vida en la paz o, ni siquiera, un estancamiento prolongado de la situación económica”.

Ahí queda.

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